Escoger un arquetipo es el primer paso hacia el conocimiento de la esencia e identidad de tu compañía.
Empecemos haciendo un ejercicio mental. Trata de recordar una marca sobre la cual alguna vez hayas pensado: “no sé, no me convence”, sin saber exactamente por qué no te logró persuadir. Probablemente, en ese momento optaste por un producto de una marca diferente, aunque esa primera opción que viste en el supermercado parecía buena.
Es posible que la marca rechazada no haya invertido el tiempo suficiente para meditar, analizar y escoger un arquetipo contundente sobre el cual basar la construcción de su personalidad. Consecuentemente, no consiguió empatizar contigo ni comunicar eficazmente los aspectos que diferencian su oferta del resto.
Pero primero: ¿qué es un arquetipo?
Un arquetipo no es más que un patrón genérico de comportamiento que nuestro inconsciente suele identificar fácilmente para distinguir la identidad de personas, objetos, empresas, etc.
En mercadotecnia solemos referirnos a 12 arquetipos principales propuestos por el psiquiatra Carl Gustav Jung durante la primera mitad del siglo XX. Jung sugería que todos los seres humanos podíamos reconocer casi instintivamente 12 modelos generales de comportamiento: el hombre corriente; el héroe; el explorador; el amante; el sabio; el inocente; el forajido; el mago; el bufón; el protector; el líder y el creador.
¿Cómo esto se aplica a tu marca?
La construcción de tu marca no termina después de elegir un nombre, logo, icono, eslogan o paleta de colores. Incluso, es recomendable no decidir ninguno de esos elementos antes de haber determinado un arquetipo principal que funcione como guía hacia la personalidad de tu marca, o sea, las características que constituyen la identidad de tu empresa.
Una vez hayas pareado tu marca con el arquetipo que mejor la describa, su personalidad empezará a revelarse ante ti, lo que esclarecerá la esencia de tu compañía y te ayudará a determinar factores elementales, como el tipo de lenguaje que emplearás en redes sociales; las palabras clave que incorporarás a tus anuncios publicitarios para diferenciarte de la competencia; tus pilares de comunicación para generar contenido; la manera en la que tu marca reaccionará ante una crisis o comentarios de trolls cibernéticos; las estrategias de mercadeo que implementarás; el tipo de eventos que organizarás para atraer más clientes y hasta las causas sociales que apoyarás.
Ahora que ya sabes qué son y para qué sirven los arquetipos, te compartimos una breve descripción de cada uno:
El hombre corriente: es confiable, sencillo y fácil de descifrar.
El héroe: todo lo puede. Su conocimiento y experiencia lo posicionan por encima de los demás.
El explorador: intrépido, valiente, no le teme al fracaso ni a las nuevas experiencias.
El amante: es seductor, intrigante y misterioso.
El sabio: actúa lento, pero seguro. Le encanta compartir su conocimiento y experiencias con los demás.
El inocente: para él todo es posible. Es muy curioso y sueña a lo grande.
El forajido: es un rebelde que no espera la aprobación de nadie.
El mago: carismático, encantador, encuentra la manera de hacer posible lo que parece poco probable.
El bufón: goza de un agudo sentido del humor y es irreverente.
El protector: se preocupa por el bienestar general de todos: personas, animales, medio ambiente.
El líder: es serio, confiable, poderoso y exige respeto.
El creador: busca transformar el mundo en un mejor lugar. Es innovador y asertivo.
¿Cuál de estos arquetipos describe mejor tu marca? Contáctanos y trabajemos juntos en un plan para definir el conjunto de valores, palabras e ideas con las que deseas que tus clientes asocien a tu marca.
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